Me gusta mucho saber que, como yo, te reconoces y te desconoces. Es cierto, nos volvemos un rompecabezas que se desbarató a partir de la noticia de cáncer. Después, no se recogen las piezas porque no se cayeron, solo están revueltas. Después del tratamiento, y cuando ya todo está bien, vemos en el espejo a esa ella que no es y que busca ser. En lo personal, mi rompecabezas me da risa. Vi cuántas piezas verdes coloqué en un árbol cuando pertenecían al césped, o algunas azules que no eran del cielo sino del mar. Algunas piezas se perdieron y toca hacerlas justo a la medida, otras piezas se quedaron en el lugar exacto donde las puse antes. No se termina de armar, todos los días hay una novedad y eso, si no se hace una aventura, se vuelve una total frustración. Mi cabello es totalmente diferente a lo que era, es muy oscuro y en extremo rizado, muy grueso y se siente como si en mi cabeza viviera un brócoli. De repente pienso en la melena aquella que vivió rebelde en mi cabeza. De adentro, de la yo que se observa en el espejo, aun me falta saber más, ella me sorprende todos los días y así será hasta que la otra, la que me hizo desaparezca por completo y me pueda saludar reconociéndome con todo lo que hoy soy. Es pues, vivir otra vida sin haber muerto y esta fortuna la tenemos nosotras que supimos ser amigas de ese que se cree gigante y quiere atacarnos, el pequeño demonio se reduce a nada y sabe hasta agradecer que lo aceptamos, se despide y se retira amable haciendo una reverencia. Te abrazo en el camino, el tramo de unas es la vereda guía de las demás.